5 abr 2021

Palermo Trotsky las pelotas

  Los calamares Humboldt son gigantes. Tienen la capacidad de devorarlo todo a su paso, incluso a los hombres que intentan capturarlos. Así eran -parece mentira- también los textos de Carlos Busqued. Desde un tuit incisivo hasta esas novelas enormes. Se tragaban el momento. Un ejemplo es Bajo este sol tremendo, su ópera prima, un libro que invita a la reflexión y que a la vez es imposible soltar. Uno no puede dejar de pensar en lo que está leyendo pero a la vez no puede parar, siente la necesidad imperiosa de continuar el hilo narrativo plagado de misterio.

  Y si hablamos de un escritor capaz de generar ese clima, cualquiera puede intuir que también logró captar la atención de una editorial, se llame como se llame. Ha sido el caso. Anagrama decidió editar sus novelas. Y calculo que muchas otras empresas también hubieran querido hacerlo o están esperando su momento. No hay que darle demasiada vuelta: si seduce, vende, es ley; y si gusta, también. Es que Busqued atrapa como un elefante de Mal Bazaar, Bengala Occidental: golpea tu puerta en el momento más inesperado y te tira hacia atrás con un trompazo. No pasa desapercibido. Deja huella.

  ¡Ah! Palermo Trotsky las pelotas, que nada es gratuito en la vida, que las redes te pasan factura hasta después de muerto -parece mentira- citando sus posiciones políticas con malicia o fuera de contexto. Así que bien lejos de la comodidad, lo suyo. Si después de haber escrito Magnetizado hasta podría haberse dado el lujo de quedarse en el molde y que sus libros se vendieran solos, lejos del ruido, con la simpatía del que hasta le caía mal a él. No le importaba. Estaba más allá. Entonces, ése "ahre" cobra mayor sentido aún cuando con el cadáver -parece mentira- todavía tibio hay que leer las cosas que hay que leer.

  Al final lo que queda es su obra, que está ahí, eterna. Aguardando en librerías por nuevos lectores. Tal vez la mayoría ni siquiera sabrá que Busqued fue un militante comprometido con el kirchnerismo, ¿y eso qué? Es un dato que puede ser tan irrelevante como mencionar en una semblanza que quedaste con el finado -parece mentira- en tomar una cerveza, y al final no la tomaron. Quedan sus remeras. Quedan sus tuits para buscar. Queda Bajo este sol tremendo. Queda Magnetizado. Dejó demasiado. Se fue pronto. Un mundo de dolor.

26 nov 2020

Nietszche tenía razón

    Son casi las tres de la mañana cuando comienzo a redactar estas líneas. Y la sensación que tengo es la misma que la que me generó la noticia. En la garganta: un nudo, que ha dejado de ser una mera metáfora. En el cuerpo, dolor de corazón. Ahora sé bien qué es el dolor de pecho. Me duele. No puedo. No soy el mismo. Siento que una parte de mí se fue. Que algo se rompió. Que la alegría se terminó. ¿Cómo seguir?

    Me invade la tristeza desde el mediodía. La congoja. El dolor. Me brotan las lágrimas a borbotones. Y freno, y de vuelta lo mismo. Tengo el corazón triste. Siguen siendo casi las tres de la mañana, el umbral, y por primera vez escribo un texto sin sentir la necesidad de tener que mirar atrás y corregir. Prefiero que todo fluya. Quiero que las palabras salgan, que lo primero que surja siga su curso. No puedo irme a dormir y siento un cansancio terrible. Hace unas horas terminé de trabajar. Ahora son las tres y un minuto, el tiempo que pasó desde que terminó una jornada que fue TODO DIEGO.

    Sé que se jugaron algunos partidos. Que hubo Champions, aunque solo vi los minutos de silencio, el homenaje en cada estadio. No tengo la menor idea de los resultados, probablemente sea la primera vez en la que no tengo la más remota idea de qué pasó en la fecha de copa. Sé también que Independiente ganó, vi pasar tímidamente alguna información, pero no quise ahondar. No pude.

   Decía el filósofo alemán Friedrich Nietszche, en La gaya ciencia, que Dios murió. Es la famosa conciencia desventurada. Hoy puedo confirmar que mi Dios imperfecto, humano y de corazón inmenso y terrenal, falleció. Nos dejó su cuerpo. Pasó a la inmortalidad. Me cayó la ficha, como dicen. Me atrapó la realidad. Ya no estoy helado, petrificado. Ahora sé que es más del pueblo que siempre: Maradona ha muerto, Dios ha muerto, es igual para millones de personas en todo el mundo.

    Tres y diez minutos, ¿quién sabe cuándo pasará este dolor de corazón? ¿Cómo saber cuándo cesará la angustia? Por lo pronto, no me siento solo. No me sentí nunca así desde que escuché la noticia que jamás quise escuchar. Porque mientras el televisor despedía palabras, a mi celular llegaban mensajes de aliento, abrazos, frases de amor. Y todo porque alguna vez supieron de mi amor a Diego. Porque me leyeron en Twitter, o porque me conocieron y sabían de mi devoción. La única persona fuera de mi familia natural a la que amé y amaré por siempre.

    Este año, el 14 de junio, me alcanzó una oportunidad que solo comenté a los más íntimos y a quienes desee que lo supieran. Esa ocasión, ahora, se fue. No pude escribirle. No pude conocerlo. No pude abrazarlo. Es lo de menos. Ya no está físicamente para el mundo entero. Ya lo llora un planeta. Lo vamos a extrañar tanto, tantísimo. La tristeza perdurará tanto como las alegrías que nos supo dar: las que nos regaló adentro de una cancha, y las de afuera de ella, también. Tres y cuarto pasadas. Ni el más mínimo atisbo de sueño. Las pulsaciones a mil. Y tanto por decir que no sale.

    El jugador, los que lo vimos, sabemos: no habrá nadie igual. Único. El futbolista que lo tenía todo. El conceptual, el integral, el líder. Englobaba todas las virtudes. Las que quedan expuestas, a la vista de todo el mundo que quiera hacer click en un video de sus jugadas y sus goles. Pero fue, además del mejor de todos en lo suyo, EL HOMBRE. La lucha, el descamisado, el villero que de una patada en el culo dio a parar en una cima donde no había nadie más que Él. La Deidad sola en la cumbre, la persona más famosa del mundo en su soledad.

    Las tres y veinte y me vacié, no sé qué más decir. Me agoté mentalmente. Queda el corazón roto, el nudo en la garganta y la certeza de que Nietszche tenía razón. Lamentablemente. Y la pérdida es insoportable en este año del virus criminal.

    Las tres y veintidós ahora. Me siento en el deber de nunca olvidarte y de mantener viva la memoria desde mi lugar chiquito. Te amo, Diego Armando Maradona. Lo nuestro es para siempre. Las tres y treinta y dos.

2 abr 2020

Para Carlitos

PARA CARLITOS
                              Por Facundo Terrés Grimaldi


¡Pero la puta que lo parió! ¡¿Qué hace, soldado?! ¿Me oye? ¡¿Me está escuchando?!

Me costó oír las palabras que escupía el Teniente. Aunque estaba a los alaridos. Es que el viento soplaba con tanto brío, que arrojaba todos los sonidos hacia el mar. Las voces se perdían en el paisaje con peculiar facilidad. Además, apenas podía verlo entre la espesa y blanquecina neblina, que lo cubría de pies a cabeza.

Gritaba, entonces, el oficial. Y pensé que se dirigía a mí. No lograba descifrar lo que decía. Aunque, sin duda, sabía que no podía ser algo bueno. Me desesperé al no poder captar el mensaje. Quizás por eso, en un rapto de locura, miré hacia mi izquierda. Como desentendiéndome de la situación que se presentaba, sin hacerme cargo de nada.

Giré mi cabeza. A mi lado estaba Carlitos, que yacía casi pegado a mi brazo izquierdo. Mi compañero. Quien, en lugar de estar agazapado mirando todo el frente, estaba dándole la espalda a la trinchera. Permanecía derrotado por el sueño. “Mamita, la siesta que se está pegando el correntino”, solté para mis adentros.

Es por eso que, en un rápido movimiento, logré asestarle un codazo en las costillas. Como para que se despabilara antes que el teniente llegase a nuestra posición. Y, a decir verdad, él no estaba lejos de nosotros. Calculé unos quince metros. Mientras avanzaba a paso firme con sus relucientes botas sobre el barro.

Carlos sintió el golpe y saltó despavorido. Ya presto para la batalla. Era consciente que se había dejado vencer por los demonios que acechaban, pero también que cumplía órdenes en la antesala del combate. Por eso solo se demoró unos segundos en reponerse, y se colocó como correspondía. Ahora se parapetaba con el fusil apuntando hacia el prado desierto, tal la indicación.

Entonces, con algún temor, miré lentamente de nuevo hacia el otro lado. El Teniente estaba a cinco metros de nosotros, cuando vociferó: “¡TAGARNA! ¿Usted es pelotudo o se hace? La vida de los hombres que lo acompañan, bien sabe, dependen de Usted en esta posición. ¿Cómo va a apolillarse? Por mucho menos, otro oficial lo deja estaqueado media jornada, y sin víveres. Se salva que yo estoy al frente. Si lo hubiese visto el Mayor, lo hubiera revoleado de una patada en el culo, directo al continente”.

Y con esa figura, un poco sonreí, pero también pensé: “qué bueno sería volar de un puntapié, de regreso a San Isidro. Allí estarían mis amigos, tocándome el timbre, dispuestos siempre para la joda”. Me amargué.

En tanto, Carlitos apenas podía sostener su mirada fija en el Teniente. Mostraba notorios signos de cansancio. Lo observaba como diciéndole: “ya sé que me la mandé, que estuve mal, pasa que no doy más”. Entonces, de golpe, quebró el silencio después del breve sermón de nuestro superior. Y todo para decir: “sí, señor, disculpe”. En un tono que, con algún esfuerzo, pude escuchar.

“No se vuelva a quedar dormido, porque lo mando a hacer tantas flexiones de brazo, que va a escupir espuma por la boca”, añadió.

El Teniente no andaba con chiquitas: perdonó a Carlitos pero le contó las cuarenta, también. “Sí, señor”, respondió. Esta vez, algo más fuerte, aunque todavía con el padecimiento a cuestas. El oficial se dio medio vuelta y regresó a su sitio, donde estaba colocada la ametralladora MAG. Era una igualita a la que había visto en alguna película sobre la guerra de Vietnam.

“¡Qué susto, eh!”, me dijo Carlitos. Y agregó: “pensé que iba a pasarme la noche haciendo saltos de rana”. “Claro, boludo, si yo me pegué un susto de la gran flauta también”, acepté. Me miró, hizo una mueca, y continuó apuntando con su arma hacia la nada.

Anochecía. Y todo nuestro frente sabía que se venía la gorda esa misma madrugada. Es que circulaban rumores de una posible ofensiva británica. Alguna que otra cosa pesqué al pasar durante el mediodía, mientras tomábamos un caldo sin gusto junto a un grupo de hombres experimentados, todos ellos militares de carrera. Porque nosotros, Carlitos, Javier y yo, éramos tres títeres arrastrados por la corriente.

Habíamos llegado al monte después de un duro fuego cruzado no tan lejos de allí. Donde la pasamos muy mal. Tanto que nos dimos cuenta pronto que, si permanecíamos en la posición, íbamos a ser carne de cañón. De manera literal, pues los ingleses estaban tirando con toda la artillería. La pelea estaba perdida: conscriptos con nula o poca preparación contra un ejército bien armado y con vasta experiencia. Los tres coincidimos en huir. Y logramos hacerlo antes del amanecer.

“Esta es parte de la Décima Brigada. Es el Regimiento Mecanizado de Infantería número 7, acompañado de la Compañía de Comandos 601 del ejército y de gendarmes especializados en el desarrollo del combate cuerpo a cuerpo”, describió el Mayor a cargo. “Estamos en el Monte Longdon, soldados. ¿Ustedes, colimbas, se puede saber qué carajo hacen acá?”, preguntó luego.

Sabíamos la respuesta, pero ninguno de los tres quería revelar el porqué de nuestra presencia en un lugar que no nos pertenecía. Entonces, optamos por el silencio. Nadie abrió la boca. “¿Son boludos o mudos?”, agregó con sorna. Y nosotros seguíamos mirándolo sin pestañar. Le habremos quebrado la moral de tan idiotas que parecíamos, porque acto seguido, repartió: “Bueno, soldados, a mover el culito acá. Ahora lo llamo al Teniente, que les va a impartir las órdenes. Quédense acá porque enseguida viene”.

Javier, el porteño apiolado de la bandita, aportó: “No les decimos ni mierda, eh. Que somos colimbas pero no boludos. Nos quedamos acá con estos capos, que por lo que se ve, están armados hasta los dientes y saben”. “A mí me parece bien”, arguyó Carlitos. Yo simplemente bajé la cabeza, aceptando que era la decisión correcta.

El Teniente estaba tardando y Carlitos se empezó a impacientar. Para colmo, Javier dijo: “Estos tipos se creen que nosotros somos escoria. Que pueden hacer lo que se les canta las pelotas con nosotros. Y no tienen la más puta idea de lo que nos la bancamos en el frente”. “Tranquilo, Javi. Me parece que estamos en buenas manos. Aprovechemos a matar el tiempo escuchando la radio hasta que venga este ñato”, apunté.

No bien dije la palabra radio, Carlitos se alborozó. Se pegó a mi oreja, preguntó y sugirió, todo de un suspiro: “¿Todavía tiene pilas? Poné Rivadavia que quiero escuchar algo del Mundial”.

“¡Ma’ qué Mundial, che! Si estamos en pleno quilombo. Panchito, poné Colonia a ver qué carajo están diciendo los yorugua de toda esta mierda. Si total, sintonizar una emisora argentina es al pedo: parece que ya ganamos la guerra y acá no hacemos más que retroceder, ¡yo ya no me engaño más, viejo!”, confesó sin pudor.

Era Rivadavia o Colonia. Tenía que decidir. Era mi radio y la voluntad de Carlitos de Curuzú Cuatiá o Javier del coqueto barrio de Caballito. Opté por una tercera opción: “Esto lo vamos a decidir así: piedra, papel o tijera y se acabó”. Ambos estuvieron de acuerdo, en realidad, no tenían más remedio que aceptar mi propuesta.

Pensar que Carlitos había aprendido en plena guerra el significado de piedra, papel o tijera. Y se pulió a la fuerza, cuando se puso en disputa un trozo de pan que había dejado un Cabo. En esa oportunidad, le expliqué qué le ganaba a qué. Y la cazó al vuelo, probablemente porque estaba cagado de hambre.

En aquella ocasión, quizás haya primado lo que algunos llaman suerte de principiante, la cuestión es que el correntino disfrutó su trozo de pan al cortar con su tijera el papel que presentó su ocasional adversario.

Recordando las acciones, vaticiné que Carlitos volvería a imponerse volviendo a hacer uso de su herramienta cortante. Y no fallé. ¿Para qué iba a cambiar, si la primera vez le había dado resultado? “¡Pero la gran puta, me cago en vos, Carlitos!”, se descargó Javi. El correntino sonrió: “Poné Rivadavia, Pancho”, me dijo.

Saqué la portatil de mi bolsillo. Le di al dial. “AM 630, ahí ta’”, destaqué. Era La oral deportiva, que trataba de adivinar el equipo del debut argentino frente a Bélgica.

Le cambió la cara a Javi cuando escuchó el tema, y se dejó llevar. La voz del Gordo Muñoz lo atrapó: “El cuadro de Menotti iría con: Fillol (marcando la doble L como una Y); Olguín, Galván, Passarella y Tarantini. Muy bien, hasta aquí el mismo engranaje del campeón del mundo. En el medio: Ardiles, Gallego y el debut mundialista de Diego Maradona...”.

Nos miramos entre nosotros. Ya no escuchamos más. Jugaba el pibe. La delantera que formara el Flaco era algo sumamente secundario. Entonces, observamos a nuestro alrededor, para saber si el Teniente o el Mayor andaban cerca.

Cuando vimos que estábamos solos, estallamos: “¡Vamos, carajo, nomás!”. Como si la Selección hubiese ganado el Mundial. Esa era la alegría. Es que, los tres, en lo único que estábamos de acuerdo era en recuperar las Malvinas y en ver a Diego en una Copa del Mundo vistiendo la camiseta Diez celeste y blanca.

La vida nos reencontró, a Javi y a mí, cuatro años después. Frente a una reluciente televisión color, en el living de la casa de mi compañero. Otra vez un Mundial como excusa. Una vez más, Argentina e Inglaterra, enfrentados.

¡Qué nervios! Ése primer tiempo sin demasiado por ver. En el entretiempo, Javier alcanzó una panera repleta de medialunas y vigilantes de crema pastelera, entremezclados. Me cebó un amargo, me lo pasó y dijo: “¿Te acordás cómo quería Carlitos a Maradona? No lo había visto en su puta vida, jugando. Pero se ve que alguien en su pueblo le contó sus hazañas, o le leyó El Gráfico, porque andá a saber si sabía leer...”

Recordé entonces el coraje que había tenido Carlitos en la famosa batalla de Monte Longdon. Y cómo había regado de sangre el suelo de su Patria: atravesado por una bayoneta en la oscuridad de la madrugada, enfrentando cara a cara al Regimiento Real de paracaidistas, mientras nosotros nos cubríamos del fuego de los PARA británicos.

“Hijos de puta, nuestros milicos: nos mandaron a la guerra para salvar su ropa, nos tiraron en Malvinas y ninguno dio la cara. Cuando llegamos acá, los jerarcas se hicieron soberanamente los boludos. Y, nosotros, los idiotas ofreciendo la vida por el país”, comentó con remordimiento Javier. Le había afectado el último recuerdo de Carlitos que traje a la memoria.

Entre medialunas, vigilantes y mates que iban y venían apurados... Llegó el primer gol. ¡La puta, cómo se gritó! Con el alma. Diego. Sí, el Diez metiéndola con la mano ante la salida del arquero inglés. Shilton quedando a contramano, y protestando. Nos abrazamos al grito de ¡VAMOS ARGENTINA TODAVÍA! Ninguno de los dos, en aquel momento, se dio cuenta que Maradona la había mandado a guardar por intermedio de su puño derecho. Pero la historia estaba 1-0, y andá cantarle a Gardel.

Y al rato. Héctor Enrique tocó para Maradona en la mitad de la cancha. Diego la tomó, gambeteó y llevó la bandera hasta clavarla en el corazón inglés. Para todos los argentinos. En especial, para Carlitos.

6 dic 2018

TODOS LOS HITS DE EL COMANDANTE LÁZARO ♥️

Les digo la verdad: no pensé que iba a estar tan acompañado en esta. Pero fueron muchos los usuarios que se sumaron al pequeño y breve homenaje de Lázaro en Twitter.

Se trató nomás de un compendio de hits que recordaba del querido COMANDANTE. Lázaro Silverman (a.k.a. Marcelo Araujo) será para -al menos- la inmensa mayoría de los nacidos entre 1950 y 1990, el más grande relator de fútbol por TV.

Aquí dejo todas las pinceladas de nuestro héroe que surgieron, muchas de ellas, aportes que me llegaron de parte de Ustedes. A todos, GRACIAS.

1) TRANSMISIONES DE TV:

El Bushhito (Ariel Ortega)
Carlos Javier Mac Allister
El Emperador (Diego Maradona en las Eliminatorias 1985)
El Maestro (Diego Maradona pos 0-5 con Colombia, 1993)
El Torero (Juan Román Riquelme)
Chapiitaa (Guillermo Barros Schelotto)
El Tatuado (Leandro Romagnoli)
El Luigi (Luis Islas)
Farid Alí Camilo Mondragón
"Se viene Medero, Medero, Medero. Si lo hacés, me voy. Mederooollllll. Goollll (Y se fue)
Se viene Aaaaacaaaaa
Aquí está La Bandaaaa
¡Ah! Pero esta no la tenía, ¡es buenísima! ¡Pero qué exquisitez! (Comizzo escuchando por la radio el penal que Hernán Díaz falló ante Navarro Montoya, Apertura 1992)
¿Pero vos viste lo que hiciste? ¡Lo que te devoraste hermano!
Era-élem-pateee
Saaaaaque desde el arco que favorece a River Pleeit
Siiiiiilas
¡Passeeeeet!
Tapó Labarre
Ahí viene para el Beto, ahí le da el Beto, ¡mirá lo que hiciste Beto! (Acosta, en un clásico River-San Lorenzo, 1998)
El Shiileenoo (Marcelo Salas)
Qué bien la hizo Román, por Dios (Riquelme tirándole el caño a Mario Yepes)
El Bebé (Claudio Caniggia)
Empuja Milito, Independiente quiere
Marteeeen (Palermo)
A verrrr, a peeeeerrrr
Lo que viene, lo que viene, en Fútbol de Primera
Alemao que no
Higuita para pegarle a la pelota. Ahí está el imitador de Chilavert
Todas las cabezas todas en el área de
¡Tatele!
¿Cómo era? Dios te salve María...
Muchas gracias, muy amable (un remate desviado en contra de Argentina)
Señoras y señores, hay gol de (un tanto recibido por Argentina)
¡Pero KETIOCURREEE!
Miralo a. Le agarró un ataque de habilidad
El Mencho. Ramón Ismael Medinaaaa Belloooo. Dice que River, ahora le gana a
El Fenómeno (Salas)
Qué va a hacer El Bushiito
Mirá, mirá, en la repetición lo hace
¡¿O estoy crazy, Macaya?! (Una vez Enrique le contestó: "Las dos cosas, Marcelo")
Lucas Andrés PU-SI-NEEEE-RIII
Gol del Chipi. Gol del Chipi. Gol de Chiiiipi (Barijho, cantando)
Calderón que quiere sorprendeeeeerrr... Golazo, golazo, ¡golazo!
Milagro en el área de
Sharap, sharap (shut up) porque se viene el Turu (Flores)
El Turquiiiito (Asad)
Comenzó el partido. Si no juega El Bushiito no sé para qué vine
Setecientos setenta y seis mil, cuatrocientos veinte pesos, la recaudación para esta nueva edición del Superclásico argentiMARTÍIIIIIIN. GOL. GOOOOOLL (Palermo a River, Clausura 1999)
La Chanchi, La Chanchi. Carlos Maximiliano ES-TE-VEZ
La Chancha, Carlos Javier MA-ZZO-NIIII
Rrrrromán (Riquelme)
Ibaaaashaa (Hugo Ibarra)
Sebastián Pascuaaaaal Ramm-berttt
¡Pascualito! Pascualito. Pascualitooo (lamentándose)
Agarráme la mano, Tatele, que tengo miedo
Hola, Bambi. ¿Cómo estás, querido? (a Héctor Veira)
Hola, Yamón. ¿Qué tal? (a Ramón Díaz)
Yoruguas: Cedrés, Martínez, Francescoli, Abreu
El Polillitaaaa (Da Silva)
José-Tiburciooo SE-RRI-ZUE-LAA
¿Y si hacés el gol, Chelo?
Se baja el telón de este primer acto
Quiso pero no pudo
Por ahora, solamente por ahora, el partido sigue 0-0
Vamos Diego, ¡lo estaban agarrando!
Caniggia, ahora o nunca. El triunfo, Caniggia
Hacelo por Dios, Bati, te lo pido. ¡Paaaaalo! (ante Holanda, Francia 1998)
Paaalo. Hasta llegan las astillas
Pedro Pablo PAS-CU-LLIIII
El Deportivo Mandiyú
Señores y señores, Carlos Fernando Navarro Montoya
Brillante, fantástico, sensacional (a Luis Islas en un Independiente-Boca, 1992)
Mandrake (Riquelme)
El Nico (Gaitán)
La materia es impenetrable
Solo contra el mundo
Cordone, Cordone. Va el Lobooooollllllll. Gaaaaaa de Vélez Sarsfiiiilllll
Shhhhhameeee (Alphonse Tchami)
Oste. Oste, Oste
El Diablo (Roberto Monserrat)
Carlos Javier Netto, desde los doce pasos
¿¡Pero qué estás haciendo, querido!?
Gabriel Omar BA-TIS-TU-TA
Saque desde el arco que pertenece a
Avisó Aaaaaaca
¿Un cafecito, Macaya?
Lo hizo el Manteca. Sí, el Manteca. Sergio Daniel MAR-TÍII-NEZZZ
¡Marche un Tele-Beam!
Colorado, te van a rajar (a Mac Allister)
MA-NU-SO-VIIIICH


2) DEL PC FÚTBOL 5.0 ARGENTINA:

Germán Adrián Ramón Burgos
José Luis Félix Chilavert
Líber-Vespa
Apreuu-Apreuuuu
Mmmmaradona
El Loco Palermoo
Le dijo no, Sandro Guzmán
Qué imprecisión, es lateral La cambió sin problemas ¡Qué buen cambio de frente Puede ser, puede ser, sí: ¡GOOOL! Travesaño y gol ¡Qué culo!
El Negro Bennett

7 nov 2017

Los mejores arranques de la historia del profesionalismo argentino

Por Facundo Terrés Grimaldi (a.k.a @OffsideStats)

Solo cuatro equipos lograron ganar al menos 8 partidos consecutivos en el arranque de un torneo profesional (desde el 31 de mayo de 1931 a esta parte) de Primera División, organizado por la Asociación del Fútbol Argentino.

El primer cuadro que lo consiguió fue el RIVER PLATE de VÍCTOR CAAMAÑO, en 1932. Ése conjunto sería, a la postre, el primer campeón Millonario del profesionalismo. Los de avenida Alvear y Tagle, en aquel tiempo, obtendrían el segundo título vernáculo de su incipiente historia tras 1920.

En esa época, no existían demasiadas variantes tácticas como sí encontramos en la actualidad, y la mayoría de los conjuntos en Argentina jugaban de la misma manera: 2-3-5. Así, según las ilustraciones de antaño. Pero que, en la práctica era una suerte de 4-3-3 con wingers bien abiertos sobre la raya, y con el ocho y el diez entrando por sorpresa entre la posición de ellos y el clásico centrodelantero. Estos últimos, los denominados insiders o entrealas.


Por otra parte, la relevancia de un entrenador, era mínima. Se los solía describir como simples administradores. Claro que esto iría cambiando con el correr del tiempo, hasta llegar a nuestros días, donde pareciera que el DT es más importante que los protagonistas... En ese entonces, los equipos se recitaban de memoria.

El River de Caamaño tuvo un paso arrollador en el inicio del certamen del 32'. Y mucho tuvo que ver la presencia goleadora del gran Bernabé Ferreyra, "El Mortero de Rufino", que venía del Club Atlético Tigre. Pero marquemos su preponderancia desde los fríos números: ¡SEÑALÓ GOLES EN LOS PRIMEROS 12 ENCUENTROS! de aquella campaña. Y fueron nada menos que 19 tantos en esas primeras doce jornadas. En un desempeño que aún hoy, 85 años después, sigue siendo RÉCORD.


El equipo (2-3-5 el dibujo y 4-3-3 en la práctica) base fue: 1 Poggi; 4 Santamaría - 2 Cuello - 6 Bonelli - 3 Iribarren; 8 Arrillaga - 5 Dañil - 10 Lago; 7 Peucelle - 9 Ferreyra - 11 Sciarra.

Pero también jugaron: Giglio y López en defensa; Lagos, Zatelli y Donato como wingers derechos antes que volviera Peucelle; y Luna cuando le tocó reemplazar a Sciarra.


INDEPENDIENTE venía de ser campeón local en 1963. Y ganó las Copa Libertadores de 1964 y 1965. Pero en 1966 se quedó afuera del máximo certamen continental en un partido de desempate por el pase a la Final al perder con River. Por lo que, iniciado el 67', el Rojo recurriría al regreso del brasileño Osvaldo Brandão. El DT campeón en el ya mencionado título del 63'. Y el hombre de Río Grande do Sul armaría un conjunto acorde al "paladar negro" del club de Avellaneda.

Ése conjunto conseguiría el Nacional 1967. Pero, ¿cómo jugaba? Se trataba de un 4-3-3 RECONTRA OFENSIVO. Con mediocampistas con llegada al arco rival, con gol, como Savoy, Yazalde y hasta el hijo del legendario "Capote" De la Mata o Diéguez. Con extremos absolutamente desequilibrantes, con desborde y mucha gambeta, como Bernao y Tarabini. Y con un nueve de área letal como "Diente" Artime.

Además, tenía una defensa granítica, impasable. Con "Pipo" Ferreiro de un lado y "Chivo" Pavoni del otro. Una zaga sólida con Monges y Acevedo. Y, si lograban, superarlos que ya era tarea complicadísima... tenían que vulnerar al gran "Pepé" Santoro que los esperaba en la valla.


Conjuntos como éste, con tantos jugadores de Selección, pocos en la historia. Podría mencionarse, casi de memoria: Huracán de Menotti 1973, Estudiantes de Bilardo y Manera 1982-83, River de Ramón Díaz 1996-97 y el Boca de Bianchi 1998-01. Y algún otro que se me esté escapando. Digamos, de los que vinieron después. Repito: pocos a la altura de un elenco de renombre como Independiente modelo 67'.


Otro muy buen equipo fue el que formó Daniel Passarella en 1991 para pelear, a la vez, la Supercopa (perdió la Final con Cruzeiro en Brasil por 0-3, cuando había ganado 2-0 en Nuñez...) y el campeonato local (se lo llevó de punta a punta).

Ése RIVER PLATE mantenía los once "de memoria" partido a partido, modificando solamente a aquellos futbolistas que sintieran molestias después de los partidos de copa que se disputaban entre semana. O, por supuesto, a quienes hubieran sido suspendidos. Modificó alguna vez el esquema táctico, del 4-3-1-2 al 4-3-3, pero no hizo demasiadas variantes.


La defensa base fue: Comizzo en el arco (aunque José Miguel jugó una vez); Gordillo o Fabián Basualdo en el lateral derecho, Jorge Higuaín de dos, Guillermo Rivarola de seis y Carlos Enrique "El Loco" de marcador de punta izquierdo.

El puesto de mediocampista derecho se lo disputaron tres jugadores, y todos actuaron en elevado nivel: "Huevo" Toresani fue el que jugó más, alguna vez le tocó el turno a "Chapa" Zapata y se terminó quedando con el lugar "Hormiga" Hernán Díaz.


Leonardo Astrada fue el amo y señor del centro del campo, con actuaciones descollantes que lo habían llevado meses antes del título, a ser campeón de América con la Selección Argentina en Santiago de Chile.

Sergio Berti fue otro de los puntales de ése once imbatible. Dejaba un surco con su zurda y por el mismo lado izquierdo. "La Bruja" tenía pase y mucho gol. Pocos jugadores estuvieron a su nivel en su puesto en los diversos grandes equipos que tuvo River (los de Ramón Díaz, los de ahora de Marcelo Gallardo), que lo sucedieron.

Juan José Borrelli fue cuarto volante cuando había que defender mientras el ocho se corría al lado de Astrada formando el 4-4-2. Pero generalmente fue el armador, el creador, el gestador. El enganche clásico del diamante 4-3-1-2. Hizo un campeonato impresionante, que le valió una importante transferencia a Europa. Más precisamente al Panathinaikos de Grecia, donde se convirtió en ídolo al poco tiempo.


Y, adelante, un magnífico Ramón Ismael Medina Bello. Definidor, encarador, y extraordinario partenaire del nueve. ¿Qué nueve? Ramón Ángel Díaz, el hijo pródigo de la casa que había regresado a su terruño para ganarlo todo, tras un largo periplo europeo. Dupla impresionante. Que se cansó de hacer goles.


Por último, este BOCA JUNIORS de Guillermo Barros Schelotto. Que está escribiendo la historia ahora mismo. Que suma ocho victorias en serie en este arranque de torneo. Que consiguió la última en el Superclásico, venciendo a un archirrival que fue semifinalista de Copa Libertadores.

Pero el Xeneize fue campeón local, viene de serlo, hace un puñado de meses. Evidentemente es más que los demás. Los desarrollos de los encuentros y, sobre todo, los resultados así lo están señalando.

Al borde de igualar la marca que lograra el River de Passarella en el 91'. Solo le queda derrotar a Racing en la Bombonera, el domingo 19 de noviembre. Y después, solo después de empatar el RÉCORD profesional, vendrá Rosario Central en Arroyito. Los choques que Boca tiene por delante, no son simples. Ya veremos qué destino nos depara la historia para este cuadro azul y oro, que birome en mano, traza las páginas más gloriosas en tanto los comienzos de un campeonato.




23 may 2016

Primero hay que saber sufrir, después amar: la historia de cada campeonato local que obtuvo San Lorenzo


PRIMERO HAY QUE SABER SUFRIR, DESPUÉS AMAR

LA HISTORIA DE CADA CAMPEONATO LOCAL QUE OBTUVO SAN LORENZO


Por Facundo Terrés Grimaldi


Con honrosas excepciones, para ser campeón, San Lorenzo NECESITA sufrir y/o disputar una Final. La historia así lo marca.

CAMPEONATO 1933

Boca Juniors vence a Lanús y San Lorenzo cae con Independiente en la fecha 33, la anteúltima del certamen. El Xeneize pasa al frente en la tabla, aventajando por un punto al Ciclón. El club de la Ribera llega entonces al último partido con la posibilidad de consagrarse ante River Plate y en su viejo estadio de Av. Alvear (hoy del Libertador) y Tagle, pero pierde. El Santo aprovecha su oportunidad al batir por la mínima diferencia a Chacarita Juniors, obteniendo su primer título local en la era profesional.


COPA DE HONOR 1936

Anteúltima fecha del primer engendro de torneo de la era rentada. San Lorenzo le lleva tres puntos de ventaja a su clásico rival, Huracán. El Globo gana su partido con suficiencia, por lo que se acerca en la tabla, quedando a tiro del campeonato. San Lorenzo cae 1-2 con Atlanta hasta el minuto 63, cuando logra igualar. Aunque el empate tampoco le sirve de mucho, porque el equipo de Parque Patricios podría igualarlo en la cima en la última jornada. El gol de la victoria llega en Villa Crespo en la agonía. Es la segunda conquista del cuadro de Boedo.


CAMPEONATO 1946

San Lorenzo llega a la última fecha con dos puntos de ventaja sobre Boca Juniors, equipo que por entonces había ganado la mitad de los campeonatos de la década. El Ciclón enfrenta a un descendido Ferro Carril Oeste en Caballito, mientras que el Xeneize se mide ante Vélez Sarsfield en Liniers. La definición del torneo se concentra en apenas siete kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. El gol tempranero del Fortín sirve, más aún cuando hacia el final de la primera etapa estira la diferencia. Por su parte, el conjunto de Boedo gana parcialmente 2-0 al comienzo del segundo tiempo. El Ciclón logra su tercer título de AFA en el profesionalismo.


CAMPEONATO 1959

Uno de los torneos que San Lorenzo obtiene con mayor margen. Es que tres de sus hombres marcan la diferencia: entre su entreala izquierdo José Sanfilippo (31), su puntero derecho Héctor Facundo (14) y su wing izquierdo Norberto Boggio (14) marcan 59 de los 75 goles (casi el 80%) que conquista el Ciclón durante las treinta fechas del certamen. El equipo de Boedo es campeón a falta de cuatro fechas, y dándose el lujo de perder por goleada el día de su consagración, nuevamente frente a Ferro en Caballito.


METROPOLITANO 1968

El torneo consta de dos zonas. San Lorenzo compite en la primera de ellas, donde finaliza indemne producto de catorce triunfos y ocho empates en sus veintidós partidos. Estudiantes de La Plata, que viene de obtener el Metropolitano del año anterior y la Copa Libertadores, es su escolta y se clasifica por diferencia de goles. Lejos, muy lejos del Santo en la tabla final. En las Semifinales, el equipo azulgrana elimina a River Plate con comodidad en la cancha de Racing. Mientras que, al día siguiente y en el mismo escenario, el Pincha da un nuevo batacazo y bate a un Vélez Sarsfield que sería por primera vez campeón local ese mismo año. El cotejo decisivo vuelve a poner al conjunto de Boedo y al elenco platense frente a frente en el Monumental. Y en un partido vibrante, al ganar con un gol en el tiempo suplementario, Los Matadores de Elba de Pádua Lima -más conocido como Tim- dan la merecida vuelta olímpica.


METROPOLITANO 1972

El otro campeonato que es parte de las excepciones que hacen a la regla. Como en 1959, San Lorenzo se consagra a cuatro jornadas del final. Juan Carlos Lorenzo, el Toto, venía de dirigir durante cuatro años a Lazio. Las ideas de Europa que importa el DT caen como anillo al dedo, pues el Ciclón se impone con amplitud y facilidad.


NACIONAL 1972

Nuevo torneo que se divide en dos zonas y, como lo hiciera cuatro años antes, San Lorenzo gana su Grupo invicto. Aunque esta vez postergando a River Plate por un solo punto, pero ganándose de esta forma, el derecho a disputar una Final en la que enfrentaría al ganador del duelo de Semifinales entre el propio Millonario y Boca Juniors. Y aquí es donde la historia se repite. El equipo de Nuñez ganaría el Superclásico y el Ciclón otra vez definiría el título ante el escolta de la Zona en la que había permanecido sin sufrir derrota alguna. Pero faltaba más aún para que todo se diera de manera similar al Metro 68’. En el estadio de Vélez Sarsfield, al cabo de noventa minutos, no se sacaron ventajas y debieron estirar el match otra media hora. En la prórroga, el elenco de Lorenzo lograría el bicampeonato.


NACIONAL 1974

El campeonato se dividió en cuatro zonas y el Santo ganó la C, adelantándose apenas por un punto –nuevamente- a Ferro Carril Oeste. Como clasificaban dos equipos de cada Grupo, estos se enfrentaron en una especie de reducido, todos contra todos. Y en esa disputa, San Lorenzo logró su séptimo título en la última fecha. Por supuesto, el actor de reparto y vencido de esa tarde volvería a ser Ferro y el escenario donde daría la vuelta olímpica sería el José Amalfitani de Liniers. Tampoco faltaría la zozobra: derrota parcial al terminar el primer tiempo que el Ciclón revirtió con una espléndida segunda etapa.


CLAUSURA 1995

Pocos finales tan épicos como el de aquel certamen. Gimnasia y Esgrima de La Plata llegaba a la última fecha con un punto de ventaja sobre San Lorenzo. El Lobo enfrentaba en su casa a Independiente, con la chance en ciernes de obtener su primer campeonato doméstico del profesionalismo, mientras que el Santo se medía ante Central en Rosario en busca del milagro. Y este comenzó a darse cuando terminaban los primeros tiempos en cero. Javier Mazzoni adelantó al Rojo en el Bosque, segundos antes del primer pitazo, gol que se gritó con el alma en la Chicago argentina. Corría el tiempo y el marcador no se modificaba en la ciudad de las Diagonales. Aunque el score también permanecía inmutable en el Gigante de Arroyito, incluso el equipo de Héctor Veira tuvo la posibilidad de gritar el primero desde los doce pasos vía Carlos Netto, pero hasta quien nunca solía fallar un penal desvió su remate quizás sumido por los nervios que implicaban dos décadas de ignominia. Hasta que apareció el cabezazo perfecto de Esteban González y, tal vez, el título local más celebrado por sus hinchas. Como reza el tango, primero hay que saber sufrir.


CLAUSURA 2001

San Lorenzo recién tomó la punta en soledad en la anteúltima fecha del torneo, cuando Huracán venció 3-2 a River en Parque Patricios y al derrotar 2-0 a Argentinos Juniors en… sí, claro, Caballito. Su clásico rival le daba la mano que necesitaba para afianzarse en la cima y asegurarse el primer puesto. El final del partido entre el Globo y el Millonario se escuchó por la radio y en el propio campo de juego de Ferro. El Ciclón del chileno Manuel Pellegrini sumaba diez triunfos consecutivos. Pero faltaba sumar un punto más para evitar un posible Desempate. Y el equipo azulgrana ganaba su primer título local en el Nuevo Gasómetro. Fue victoria ante Unión de Santa Fe, la número once en serie y nueva caída de la Banda frente a Lanús para una obtención que pareció más fácil de lo que realmente fue.


CLAUSURA 2007

Se agotó el ciclo de Oscar Ruggeri y comenzó la Era Ramón Díaz. El riojano inyectó a sus dirigidos la confianza que necesita todo buen equipo que tenga intenciones de coronarse. Boca Juniors ofició de escolta casi todo el campeonato. Es que San Lorenzo dominó la competencia desde el comienzo. Y con el club de la Ribera preocupado y ocupado por obtener su sexta Copa Libertadores, San Lorenzo llegó a la anteúltima fecha con cuatro puntos de ventaja sobre el Xeneize. La vuelta olímpica se consumaría nuevamente en el Bajo Flores al vencer a Arsenal de Sarandí.


INICIAL 2013

Está en el ADN de San Lorenzo. Es evidente. La historia trata de ganar en la última fecha del torneo, en la adversidad, en llegar hasta el punto culmine con pocas posibilidades. Se dio otra vez. La anteúltima fecha dejó al Ciclón en la cima pero con apenas dos puntos de ventaja sobre Lanús, Vélez y Newell’s. Con este agregado: debiendo enfrentar al cuadro de Liniers en su estadio y sin su público. Y se alinearon todos los planetas, una vez más -cuándo no- en el Amalfitani. Sufrió más de la cuenta, encomendándose en un Papa simpatizante azulgrana y en las manos de San Torrico, mas consiguió el punto que necesitaba para dejar sin nada a la V azulada en su casa y gritar campeón. Ayudado también porque el Granate y la Lepra empataron, auto-eliminándose. Fue la última conquista a nivel doméstico, la de Juan Antonio Pizzi, la que dio origen a la hazaña de América conseguida por Edgardo Bauza al año siguiente.