13 may 2014

Alejandro Sabella: estrategia y revolución táctica (Vol. I)

ALEJANDRO SABELLA: ESTRATEGIA Y REVOLUCIÓN TÁCTICA (VOLUMEN I)

                                                                           por Facundo Terrés Grimaldi

Los ciclos próximos pasados carecieron TODOS de previsión estratégico-táctica. El seleccionado argentino padeció aquello durante cinco años. Entre eliminaciones vía tiros desde el punto penal: de Berlín 2006 a Santa Fe 2011 sólo fútbol en cuentagotas. Y una deuda con los intereses del empréstito Baring.    

Algunas hipótesis respecto de la afirmación: a) los entrenadores -Basile, Maradona y Batista sentados en el banquillo de los acusados, culpa de este revisionismo- no supieron a qué jugar desde un comienzo y/o cómo y con qué intérpretes ejecutar lo que pensaban era conveniente para el buen desempeño del equipo; b) faltaron ideas, la ausencia de un plan alternativo de parte de los responsables hizo mella en el colectivo cuando sucumbió toda idea inicial; c) los técnicos no supieron transmitirles a sus dirigidos todo eso que pretendían hicieran en el campo; d) los futbolistas elegidos no quisieron o no entendieron los pedidos de los conductores.

Quizás la clave que ayuda a la interpretación de los hechos del pasado radique en la suma de esas partes. Las cuales, en ocasiones, hacen al todo. O tal vez haya aun más razones que las expuestas. Lo cierto es que cambió el paradigma. Los resultados son otros. Son satisfactorios desde este punto de vista: guste más o menos el estilo, hace rato que la selección sabe a qué juega. Los jugadores tienen noción sobre lo que deben y lo que no tienen que hacer en la cancha.  Producto del trabajo del cuerpo técnico. Veamos.

El 2 de septiembre de 2011 inició una nueva era. Consigo la posibilidad de cambiar los aspectos que llevaron al fracaso al primer equipo.


Para enfrentar a Venezuela, en Calcuta, Alejandro Sabella decidió armar un 4-3-3 'mentiroso'. Un 4-4-2 en la practica que tuvo a Di María funcionando de falso extremo. Haciendo las veces de once pero también actuando como mediocampista izquierdo de un medio que se completó con González, Mascherano y Álvarez. Con este último pegado al cinco cuando el balón fue potestad del rival y corriéndose hacia la izquierda para cubrir el hueco de Ángel cuando abundó posesión en ataque. El rombo resultó. La mayoría de las jugadas finalizaron en el lugar donde Fideo terminó cada uno de sus recorridos. En otras palabras: la idea del DT plasmada en el terreno. Aunque el único gol del match se haya producido tras una pelota parada. De un tiro de esquina enviado por Messi que encontró posterior contacto en la cabeza de Otamendi. Argentina terminó sin Lucho y Ricky en la mitad, con Sosa y Pastore cambiándose continuamente de sector. Agüero reemplazó a Higuaín en el centro del ataque. También ingresó Fernández. Dato: Federico se paró de lateral derecho sobre el cierre del encuentro.


La segunda presentación fue apenas cuatro días más tarde. En Dacca, frente a Nigeria, futuro rival en la próxima Copa. Para esta ocasión el conductor decidió desarmar la defensa de cuatro hombres. Burdisso entró como stopper derecho, Demichelis se desempeñó de líbero y Otamendi se ubicó sobre la izquierda. Zabaleta y Rojo no salieron sino pasaron al medio posicionándose diez metros más adelante respecto del partido-debut. Ellos fueron acompañados por Mascherano en el centro. Y delante de Javier, parado de enlace, José Sosa. El once se completó con el mismo tridente ofensivo: Messi-Higuaín-Di María. Aunque, esta vez, Angelito fue punta-punta. ¿El resultado? el juego siguió surgiendo desde los pies de Lionel, quien arrancó siempre desde el extremo derecho para terminar donde se hallaba Fideo. El 3-3-1-3 funcionó. Otra vez la idea del técnico plasmada en el campo. El primer cambio fue Gutiérrez por Rojo por lo que no se tocó el dibujo. El segundo fue Banega por Ángel y allí sí cambió el esquema, plantándose el conjunto 4-3-1-2, volviendo Zabaleta al lateral. El tercero fue, nuevamente, Agüero por Higuaín. La Selección señaló tres conquistas, Romero recibió su primer gol. Argentina ganó bien.

El tercer cruce del proceso y el primer enfrentamiento del denominado "seleccionado local". Argentina B se midió con Brasil B en Córdoba con motivo del Superclásico de las Américas. Aquí apareció la línea de cinco defensores, Estudiantes de La Plata en estado puro. Con tres medios, dos externos de proyección -Augusto Fernández y Víctor Zapata- y un cinco de buen manejo -Héctor Canteros- que terminó siendo elogiado por su marca, Ronaldinho. Adelante, uno por afuera -primero Martínez, después Mouche- y otro adentro del área -al principio Boselli, pronto Gigliotti-. El encuentro fue parejo. No ocurrió nada. La selección cumplió con el objetivo que planteó desde el inicio su conductor: destruir el circuito del rival. El resultado fue lógico: 0-0.    

Hubo revancha ocho días después, aunque esta vez en Belem. Continuó la misma defensa de cinco: Pillud y Papa los laterales, Cellay y Desábato los stoppers y Domínguez el líbero. La pieza del medio que cambió fue Zapata. Por el ex River Plate ingresó Guiñazú. Salió el punta por afuera -Martínez, Mouche- y entró el enganche Montillo. Arriba quedó solo Viatri. El dibujo, 5-3-1-1. Sabella apuntó a conservar el cero en propia valla con la idea de salir rápido de contra para generar peligro en el arco de en frente. Y, a decir verdad, el plan funcionó hasta el minuto cincuenta y cuatro. Porque el gol que hizo Lucas quemó los papeles. Aunque el técnico argentino siguió creyendo en lo planificado. Prueba de ello, el cambio inicial: Bolatti por Canteros. Pero llegó el segundo tanto, Neymar definiendo encima de Orion. Ahora sí, retoque en el esquema, salió Pillud y entró Mouche formándose el 4-3-1-2. El 0-2 fue un resultado un tanto exagerado. Primer tropiezo, algunas conclusiones a raíz de la derrota.


El 7 de octubre de 2011 comenzaron las eliminatorias rumbo al Mundial de Brasil. Para el debut con Chile en la competencia, el entrenador se decidió por el clásico 4-4-2. Con pocas modificaciones respecto del primer partido del ciclo: Burdisso por Demichelis y Braña por Mascherano fueron cambios obligados por lesión y suspensión, Sosa esta vez se paró de ocho, Banega hizo lo propio en el eje reemplazando a Álvarez y Di María actuó como medio definido por el costado izquierdo. Argentina definió el partido en la primera media hora. Higuaín primero, Messi después para el 2-0 con el que concluyó la primera parte. En la segunda, Pipita pronto amplió una diferencia que no duró demasiado a raíz del descuento del elenco trasandino. Pero el entonces delantero de Real Madrid volvió a establecer la distancia de tres sellando el tercero de su cuenta particular y el cuarto de la goleada general.


Para el segundo compromiso en la competición sudamericana, Sabella volvió a meter mano en la formación. Para enfrentar a Venezuela en Puerto La Cruz dispuso del 3-3-1-3 que había resultado ante Nigeria en Dacca. Utilizó, de hecho, a los mismos intérpretes de aquel partido. Los que derrotados primero por el calor agobiante y después por el buen juego de su rival, hicieron historia: el seleccionado albiceleste cayó por primera vez ante su par vinotinto tras dieciocho éxitos consecutivos distribuidos en cuarenta y cuatro años. Lo más importante del análisis surge no bien Amorebieta señaló la única conquista del cotejo. Primero salió Zabaleta e ingresó Banega. Luego entró Palacio por Sosa por lo que Rojo pasó al lateral, Di María al medio y se formó un 4-3-3. Ya sobre el cierre, Pastore hizo su presentación en lugar de Ángel. Segundo tropiezo. Este, con muchas más conclusiones.



Exactamente un mes más tarde, Argentina volvió a jugar por eliminatorias. El turno de Bolivia en el Monumental. En los papeles, el rival más accesible. Aun teniendo en cuenta aquel debut de Copa América. Souvenir demasiado fresco en la memoria como para volver a fallar. Nuevo toque en la figura inicial: volvió la defensa de cuatro hombres, en esta ocasión, con la presencia de Clemente Rodríguez en el lugar que había ocupado Rojo. Con Burdisso y, ya sin Otamendi, quien recién volvería a ser parte de un once titular dos años después. En el medio, apareció por primera vez Gago, recostado sobre la derecha. Mascherano siempre cinco y a su izquierda Álvarez. Arriba, Messi, Higuaín y Pastore de titular sobre la "zona Di María". La selección, en el peor momento del ciclo, no encontró nunca el rumbo durante el desarrollo. Y pudo ser derrota porque Moreno Martins aprovechó un grave error de Demichelis, el cual terminaría dejando a este fuera del seleccionado hasta la entrega de la lista mundialista de preseleccionados. Tras el grito color verde, el cambio que llevó al empate al cuadro albiceleste: salió Ricky, entró Lavezzi corriéndose Pastore hacia la línea media, gol de Pocho. Sobre el cierre, Sosa por Mascherano, pasando Gago a jugar en el centro. Igualdad con matices de revés. Numerosas determinaciones posteriores. Algunas vigentes hasta estos días.
      

Todo lo que pasó la tarde de Barranquilla el 15 de noviembre de 2011 es materia de análisis exhaustivo. Notables cambios desde el minuto cero. Tanto estratégicos como posicionales y tácticos. Del hiperofensivo 4-3-3 al modesto 4-4-2 que incluyó doble perro de preso central. Respecto del duelo ante Bolivia, salieron Demichelis, Gago, Álvarez y Pastore. Entraron Fernández, Sosa, Braña y Guiñazú. Pero Argentina siguió jugando igual: mal. Y para peor: no sólo se retiró Burdisso fracturado y debió ingresar de emergencia Desábato sino también, sobre el cierre del primer tiempo, el conjunto recibió el cachetazo del tiro libre de Pabón que dio en Mascherano y terminó en el arco de Romero. Sólo Dios, los jugadores y el cuerpo técnico saben lo que sucedió en el descanso, en el vestuario albiceleste con el 0-1 y la mencionada desgracia a cuestas. Nunca un equipo cambió tanto de un tiempo a otro. Es aquí donde se vio la mano del entrenador. Salió Guiñazú y entró Agüero. Regreso a las fuentes pero con Kun en el tridente. Apareció el juego asociado, sobre todo de este y Messi. Empate del propio Lionel. ¿El once se conformó con la igualdad? no, lejos de eso, fue por más. Y lo encontró en los minutos finales de otro encuentro de elevadas temperaturas. Nueva sociedad Lio-Kun y segundo tanto marcado por el delantero surgido en Independiente. Cuando restaban un puñado de minutos, Gago por Higuaín para desarmar el triángulo goleador y para subrayar tenencia. Victoria 2-1 y refundación. Partido bisagra. Piedra fundamental de la estructura que se descubrirá en otra cálida Río de Janeiro frente a la Bosnia Herzegovina de Miralem Pjanic y Edin Dzeko.
      
Un nuevo año: 2012 comenzó con el pie derecho. El 29 de febrero, la selección enfrentó a Suiza en Berna. Ahora con la novedad de Campagnaro ubicado en el lateral derecho y con Zabaleta en la punta izquierda de la defensa. Con la dupla central Fernández-Garay desde el vamos. En el medio, la inclusión de Maximiliano Rodríguez más el eje Mascherano-Braña y la continuidad de Guiñazú. Adelante, la confirmación del dúo dinámico, Messi-Agüero. Pequeñas grandes sociedades, la obra de Sabella, en definitiva. Gol de Lio tras asistencia de Kun. Otra vez. Circunstancia que se repetiría felizmente hasta hoy. Empate de Shaqiri en el arranque de la segunda mitad y vuelta a rearmarse desde la estrategia y la disciplina táctica. Salvio por Rodríguez e Higuaín en lugar de Sosa para pasar del 4-4-2 inicial al interesante 4-3-3 que tuvo por segunda vez al mentado trío Lio-Pipita-Kun. Detalle no menor: Messi poniéndose el equipo al hombro en los minutos finales, primero marcando un golazo de sello barcelonista y luego fabricándose un penal que pateó él mismo con maestría. Desenlace perfecto, resultado justo y plan a la altura de un plantel generoso desde el nombre propio.


Pasaron marzo, abril y mayo sin fútbol. Llegó junio y regresó la alegría ante Ecuador. Ahora sí: Messi-Higuaín-Agüero confirmados desde el inicio. Otro cantar. Show en Nuñez de la mano de estos tres insustituibles e irrefutables talentos en una ráfaga: a los veinte grito de Kun, a los treinta diana de Pipa e instantes después daga de Lio. Posesión y precisión en velocidad, notables encuentros entre Gago y el diez, Fernando entendiendo siempre el concepto "dársela siempre al astro". Máximo brillo, 3-0 al descanso. En el complemento, algunos movimientos de piezas: Sosa por un Agüero aplaudido de pie para darle forma a un nuevo 4-4-2, ahora con Mascherano-Gago en el eje medio. Luego, Lavezzi por Higuaín y ya con el 4-0 producto del gol del cuarto fantástico Di María, Rodríguez entra por el propio Ángel. De nuevo: nótese siempre la mano del conductor en cada detalle.


La primera de estas entregas cierra con el ya famoso amistoso con Brasil en Nueva Jersey. Para el inicio, Sabella decide sacrificar a Agüero e incluir a Sosa con el fin de reforzar la mitad. El DT repite línea de cuatro defensiva, siguen Zabaleta-Fernández-Garay-Rodríguez. El desarrollo cambia en forma constante de manos. Primero el partido es de la Canarinha producto de un fortuito remate libre de Rómulo, luego -en otra ráfaga- el trámite pasa a ser albiceleste de la mano de un Messi inspiradísimo que define en una de las oportunidades como Caniggia ante Taffarel en el duelo de Claudios modelo Turín 1990. El primer tiempo del cotejo termina 2-1 en favor de los más australes. Pero la alegría vuelve a ser brasilera por sendos gritos de Oscar y Hulk. Panorama tan increíble como el autor del 3-2 parcial. Vuelta a reacomodarse en la estrategia, la táctica. Sosa por Guiñazú, Agüero por Di María y empate vía tiro de esquina por cabezazo de Fernández. Nuevo detalle: córner enviado por Messi y conectado por zaguero, calco-gol este y aquel inaugural de Otamendi en Calcuta. ¿Tablas? eso pareció hasta que otro genio del fútbol mundial también arrancó desde la derecha y fue encarando rivales como si fueran conos hasta marcar con notable shot al palo más alejado de un privilegiado espectador como lo fue Rafael. Quien algún día podrá sentarse en un sillón y contarle a sus nietos el día que vio de cerca cómo fue vulnerada su valla por uno de los más grandes talentos que dio el planeta. Reparar en lo siguiente: festejo de 4-3 en equipo, todos unidos. La mano del entrenador.     
    

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